literature

Nieve Escarlata AiGin Ch.1

Deviation Actions

SylversJusace's avatar
Published:
1.4K Views

Literature Text

スカーレットスノーSukārettosunō

El corazón le martilleaba en el pecho a causa de la dificultosa huída a través de la nieve. A cada paso que daba, sentía que sus perseguidores iban a capturarlo y eso era un lujo que no podía permitirse, y menos después de lo que acababa de hacer, algo que había acabado en un mísero y estúpido fracaso. Tanto tiempo planeándolo todo con una precisión casi enfermiza, repasándolo todo una y otra vez para no dejar ningún cabo suelto, y ahora, que por fin se le presentaba la oportunidad de llevar su plan con un porcentaje altísimo de conseguir su objetivo… había fracasado estrepitosamente a causa de una de las malditas concubinas del emperador.
La rabia y la impotencia carcomían su corazón haciéndole sentir un odio incomparable hacia toda la corte real, al mismo tiempo que una vergüenza hacia si mismo le hacía sentir repulsión hacia su persona, no debía haber fallado, debía haber cumplido su propósito con éxito, debía… o más bien ansiaba hacerse con el Seirei de los rayos que habitaba en el cuerpo del emperador… si no hubiese sido por esa maldita concubina… lo habría logrado.
Siguió avanzando dificultosamente a través de la nieve ayudándose con los árboles haciéndolos servir de apoyo y de impulso hacia delante, gracias a esos enormes abetos había conseguido sacarles ventaja a los soldados que le perseguían, así que ahora lo que tocaba era…. Desaparecer de allí inmediatamente.


- ¡¡Giiiiin!!
El nombrado, un joven muchacho de unos veinte años, giró la cabeza y entre las gentes del poblado, vio a su amiga de la infancia, una preciosa muchacha de su misma edad, cabellos claros y largos con una tonalidad naranja, unos ojos azulados cristalinos, y un seductor lunar al lado de la barbilla. Bajo las gruesas pieles, se podía distinguir claramente un cuerpo esbelto con unas contorneadas curvas y unos generosos pechos.
- Buenos días Rangiku – saludó el muchacho con una sonrisa.
Cuando Rangiku llegó hasta él, se puso en jarras y contestó con tono de reproche.
- De buenos días nada Gin, ¿Ya pensabas irte otra vez sin decirme nada? – preguntó señalando la pequeña bolsa de piel que llevaba en la mano el joven.
- Solamente voy a la cuidad – contestó Gin
- Ya claro, y te ibas sin decirme nada, como siempre, sabes que me encanta ir a la ciudad a comprar contigo y…
- ¿A que te miren todos los hombres? – preguntó Gin con tono de burla
- ¡¡Por supuesto!! – respondió Rangiku riendo escandalosamente – me encanta que me miren y que piensen que soy guapa – añadió colocando una mano en su mejilla y con expresión soñadora.
Gin la miró con cara de incomodidad, su amiga era incorregible, siempre lo descubría cuando iba a la cuidad a comprar algunos libros y a ver las gentes de la cuidad en sus atareadas vidas, y lo arrastraba a las tiendas de ropas femeninas y perfumerías para probarse todo lo que le gustaba y comprarlo prácticamente todo.  
- Anda vamos, se nos va a hacer tarde – dijo Rangiku cogiendo de la mano a Gin y llevándoselo colina abajo.
Gin soltó un suspiro de resignación, Rangiku volvía a la carga.

La cuidad se situaba al pie de la colina donde estaba el pequeño poblado donde vivían Gin y Rangiku y estaba rodeada por una muralla de piedra. Las casas, al contrario que el poblado que eran de madera y pieles, eran de piedra y pieles y estaban recubiertas por una capa de nieve en los tejados. Las calles estaban repletas de paraditas y de gentes con carromatos cargados, algunos niños correteaban dejando huellas en la grisácea nieve y el aire estaba impregnado de olores diferentes y voces cantarinas.
- … así como era de esperar, Toshiro le dijo a la pobre Momo "Momo Mojacamas" destrozando todo el ambiente del momento – Rangiku suspiró – Pobre Momo…
- Es de esperar – dijo Gin de manera indiferente, Rangiku ya llevaba más de dos horas hablando sin parar
- ¿Cómo que era de esperar? – protestó Rangiku dejando un pequeño frasco de perfume - ¿No te importan los sentimientos de Momo? A ella le gusta mucho Toshiro…
- Pero por si no te has dado cuenta… Toshiro tiene el pelo blanco – respondió Gin con un tono lúgubre
- ¿Y que? – protestó Rangiku de nuevo con los brazos en jarras – Tu pelo es plateado
Tenía razón, Gin era un joven alto, y delgado, pero con una constitución fuerte, dándole un aspecto esquelético bajo las ropas de pieles. Sus cabellos eran plateados y sus ojos, tan rasgados que parecía que siempre los tuviera cerrados, eran de un color azul clarísimo, como el mismo azul del cielo o el hielo, y su cara era ligeramente alargada. Todo en conjunto, le había echo ganarse el apelativo "Zorro" por parte de los niños del poblado.
- Si, plateado – respondió Gin con desdén – Plateado, blanco y dorado… los tres colores malditos.
- Oh Gin…
- ¿Por qué te crees que nadie esta cerca de nosotros? O más bien… de mí – preguntó el muchacho con una sonrisa intimidante y un tono de ironía en su voz – y por eso solo Momo esta con Toshiro.
- Por que se dejan llevar por los rumores, si te conocieran, verían que eres un chico estupendo y que…
- Déjalo – cortó Gin con voz agria – no vas hacer que me sienta mejor. Compra y vámonos de aquí – continuó Gin mirando de reojo hacia atrás
Rangiku miró hacia donde acababa de mirar su amigo y vio a dos mujeres mirando hacia Gin y cuchicheando entre ellas.
- ¡¿Algún problema?! – preguntó con enfado
Las dos mujeres la miraron con el entrecejo fruncido y luego se marcharon de la tienda.
- ¿Lo ves? – preguntó Gin con sorna
La chica no respondió, sino que se mordió el labio inferior y luego dijo con rudeza.
- Vámonos de aquí.
- Será un placer – respondió Gin sonriendo
Salieron de la tienda a medida que paseaban por la calle, Rangiku pudo darse cuenta por millonésima vez de cómo la gente se apartaba cuando ellos pasaban o de las malas miradas que les regalaban los cuidadazos.
- ¿Y si volvemos ya al poblado? – preguntó Rangiku sin su típica alegría
- Me has leído el pensamiento – respondió Gin sonriendo
Así, los dos pusieron rumbo a las puertas de las murallas sin hablar y sin mirar a nadie. Gin caminaba al lado de Rangiku con la cabeza alta y una sonrisa en la cara, sin embargo, la muchacha miraba a Gin con la tristeza pintada en el rostro "¿Cómo es posible que lo desprecien tan solo por el color de su pelo? Todo por unos simples rumores…"
- ¡Mirad! – gritó un niño
Tanto Rangiku como Gin miraron al niño que lo había dicho, no tendría más de unos siete años, y estaba jugando junto a otros niños de su edad. Todos los pequeños tenían sus miradas puestas en Gin.
- Su pelo… - dijo una niña visiblemente asustada – es plateado…
- ¡¡Es uno de esos monstruos!! ¡¡Huyamos!!
- ¡¡Eso huid huid!! – vociferó Rangiku visiblemente molesta
- ¡¡Kyaaaaaa!! – gritaron los niños corriendo en todas direcciones.
Rangiku soltó un bufido y Gin la tomó de la mano
- Anda vámonos.
La chica lo siguió sin decir palabra alguna. Los dos salieron de la cuidad y empezaron a subir la colina en dirección a su poblado todavía cogidos de la mano "Su mano es cálida, tiene carne, huesos, su sangre fluye por sus venas… en su pecho late su corazón, respira, come… duerme… Gin es una persona normal y corriente… si no fuera por…" Su vista se clavó en el plateado cabello de su amigo "Ese pelo… que lo hace diferente, sería un humano normal y corriente y no un…"  
- Gin – dijo casi en un susurro
- ¿Si?
- ¿Cómo puedes soportarlo?
Gin no le contestó, sino que solo siguió caminando sin ni siquiera mirarla. Al ver que Gin no tenía intención de contestar, Rangiku se soltó de la mano de Gin de un manotazo y exclamó.
- ¡¡¿Te he preguntado que como puedes soportarlo?!! ¡¡¿Acaso no te importa que te digan todo eso?!! – preguntó a voz de grito señalando la cuidad con la mano - ¡¡Todo su desprecio!! ¡¡Sus insultos!! ¿C-Como puedes… soportarlo?... Gin…
La chica se quedó en silencio mientras se mordía el labio inferior, sintiendo rabia e impotencia por no poder hacer nada por la única persona que lo había dado todo por ella.
- La pregunta más bien sería… ¿Cómo puedes soportar estar a mi lado? – preguntó Gin sin mirarla.
Rangiku abrió los ojos con sorpresa
- ¿Cómo puedes decir eso? – preguntó con dolor – Tu lo has hecho todo por mi… ¿Cómo no quieres que este junto a ti? Me salvaste de pequeña, me diste un hogar, me diste una vida…
Gin se agachó y recogió con la mano un poco de nieve, después se alzó y miró a Rangiku, después, la lazó contra la chica. Esta cerró los ojos y puso un brazo delante de la cara, esperando notar el frío de la nieve en el brazo, sin embargo, este nunca llegó. Cuando apartó el brazo, del rostro, vio la nieve flotando frente a ella, segundos después, cayó al suelo.
- Nadie se te acerca si estas conmigo, ningún hombre te habla o te mira con ojos de seducción si estoy yo, ¿Recuerdas aquel trabajo que tenías en la cuidad? En la pequeña tienda de comestibles… cuando fui a darte ánimos y los dueños descubrieron que era amigo tuyo te despidieron. ¿Qué bien te hace estar conmigo? – preguntó Gin con su sonrisa – Ninguno
- Gin…
- Así que lo mejor sería que te alejarás de mí, lo único que hago es amargarte la vida – el del pelo plateado se giró y comenzó a subir la colina, dejando atrás a su amiga.
- ¡Toshiro no le amarga la vida a Momo! – exclamó Rangiku - ¡vale que la haga rabiar, pero Momo es feliz a su lado! ¡Y yo soy feliz a tu lado Gin!
Al ver que su amigo no se giraba ni a contestarle ni a esperarla, Rangiku apretó los puños mientras sentía como las lágrimas se le aglomeraban en los ojos, sin embargo, se obligó a no dejarlas salir.
- Eres idiota Gin… siempre te vas sin esperarme… y sin decirme donde…

Gin subía la nevada colina sin mirar atrás, desde hacía tiempo sabía que su amistad con Rangiku la perjudicaba aunque esta no quisiera admitirlo y planeaba la manera de alejarse de ella sin hacerle daño, pero era imposible hacerlo sin poder evitar que sufriera, tanto Rangiku, como él mismo. Sin embargo, no podía permitirse ser egoísta y retener a Rangiku a su lado, ella debía vivir su propia vida mientras que él se dedicaría a ver pasar la suya.
Paró sus pasos cuando vio el frondoso bosque de abetos que rodeaba el camino. Muchísima gente, tanto del poblado, como de la ciudad, evitaba internarse demasiado en ese bosque, ya que corría el rumor de que los Seireis o espíritus de la naturaleza, seducían a los leñadores y los cazadores y luego devoraban sus almas dejando el cuerpo para los animales del bosque. Sin embargo, Gin era el único que entraba en lo más profundo, donde encontraba el alivio en el aislamiento y la soledad, rodeado a veces de un pequeño grupo de zorros blancos, los únicos que parecían entenderle.
Reanudó de nuevo la marcha desviando su camino hacia el bosque, no le apetecía esperar a Rangiku, y menos después de lo que le había dicho, ahora le apetecía estar solo, sin miradas de terror o de odio, sin cuchicheos a sus espaldas, o insultos hacia su persona, solo quería quedarse en la profundidad del bosque, abandonarse al silencio y sentir la calidez de los cuerpos de los zorros, dejando que el tiempo escapara entre sus dedos.
A medida que avanzaba por el bosque, sentía como todo el peso que soportaba cuando estaba con la gente se desprendía de él como piedras que caen desbloqueando el curso del río, permitiendo que este fluya de nuevo, permitiéndole ser quien verdaderamente era y manifestar lo que sentía.
- Ah… ahí estáis amigos míos… - dijo sonriendo - ¿Venías a recibirme? Muchas gracias…
Por entre los abetos, un grupo de cuatro zorros blancos se asomaron para darle la bienvenida a su amo. Cuando Gin llegó hasta ellos se agachó y acarició las peludas cabezas de los animales, sintiendo su calidez y el suave tacto de su pelaje, lo único que le hacia sentirse feliz y en compañía. Uno de los zorros agarró la manga de la camiseta de pieles de Gin y empezó a tirar de ella.
- Eh eh eh… sin prisas… tengo todo el tiempo del mundo para vosotros
Cuando fue a acariciar la cabeza del zorro este se apartó y caminó unos pasos alejándose de él.
- ¿Eh? ¿Hasta vosotros me rechazáis?
Otro de los zorros se colocó detrás de él y lo empujó ligeramente con el hocico, los otros tres, lo miraban con impaciencia.
- Ah… vale, esta bien, ya os sigo…
Puso rumbo tras los zorros mientras que algo en su interior le decía que algo iba mal, ya que los zorros nunca se habían comportado así, quizás uno de los suyos estaba enfermo, o algo había pasado en el bosque, algo que a él le traía sin cuidado pero que a los zorros no.
Los animales lo guiaron hasta lo más profundo del bosque, un lugar en el que nadie solía ir jamás, ni cazadores, ni leñadores… nadie, así que no podía imaginar que era lo que había pasado.
- ¿Y bien? ¿Dónde me lleváis? ¿A los mismísimos confines de la tierra y el cielo?
Como era de esperar, los zorros no le respondieron, sin embargo, tras caminar un poco más, vio al resto de zorros blancos olfateando algo que estaba tendido en el suelo.
- Oh
Adelantó corriendo a los zorros sin poder creer lo que sus ojos habían visto, quizás había visto mal, la oscuridad del bosque era bastante en esa zona, y perfectamente podía haberse confundido, sin embargo, cuando llegó donde estaban los demás zorros y vio lo que estaban olfateando su sorpresa se hizo mayor y sus temores se habían confirmado. Frente a él, un hombre se hallaba tumbado boca abajo al parecer muerto. Se lo quedó contemplando con una mezcla de tristeza y envidia, ese hombre, había muerto, su familia le echaría de menos, alguien lloraría su muerte, pero ya no tenía que seguir soportando los dolores y las penurias de este mundo.
- Lo que daría por haber sido yo…
Uno de los zorros se acercó a Gin y le lamió la mejilla, como si sintiera la tristeza del muchacho.
- ¿Y para que me habéis traído aquí? – preguntó Gin - ¿Qué queréis, que me echen la culpa de que lo he matado yo? Sabéis que no dudarán en culparme…
- Ungh…
Gin abrió los ojos sorprendido al escuchar que ese gemido provenía del hombre que estaba tumbado en el suelo "¿No esta muerto? Así que por eso me han traído hasta aquí…" Se agachó frente al hombre y le dio la media vuelta dispuesto a ayudarle, aunque…. ¿De que serviría? Seguramente si despertara y viera su color de pelo lo repudiaría y lo apartaría de él, pero por otro lado no podía dejarlo morir de esa manera. Alzó la vista y vio el rostro del hombre, estaba pálido, posiblemente a causa del frío, sobre su cara, caían unos mechones castaños ya que tenía los cabellos revueltos, sus ojos estaban cerrados bajo dos cejas finas y castañas, y sus labios estaban entreabiertos luchando por respirar y mantenerse aferrado a la vida.
- Tsk, vaya marrón… seguro que esta me la van a hacer pagar
Pasó el brazo del hombre por sus hombros y se levantó cargando con él al hombre.
- Como me acusen de haberle echo algo, os vais a enterar – les dijo a los zorros.
Después, cargando con el hombre y caminando lentamente seguido de los fieles zorros, se dispuso a salir del bosque.

Cuando por fin hubo salido del bosque, Gin se sentía cansado de llevar al hombre inconsciente a rastras, así que lo recostó sobre un abeto y se sentó a su lado intentando recuperar el aire. Luego alzó la vista hacia la colina y al ver el duro camino que le esperaba cargando al hombre inconsciente se le cayó el alma a los pies, le esperaba una dura caminata.
- ¿Gin?
El nombrado giró la cabeza y a unos pocos pasos de él, subiendo la colina, vio a Rangiku correr hacia él. Cuando la chica llegó hasta él, vio al hombre inconsciente y puso cara de horror
- ¿Quién es? ¿Y que le ha pasado? – preguntó Rangiku
Gin agradeció en su fuero interno que no hubiera preguntado "¿Que le has hecho?"
- Lo he encontrado en lo más profundo del bosque, y he tardado un rato en traerlo hasta aquí… ¿Tu no tendrías que estar en el poblado ya?
- E-esto… me quedé viendo el paisaje un rato – contestó Rangiku desviando la mirada.    
El chico se quedó confundido pero decidió no investigar más ni interesarse, no tenía que meterse demasiado en la vida de su amiga si quería que esta pudiera vivir como una persona normal, sin embargo, en el fondo de su corazón, sabía que la necesitaba.
Gin se agachó frente al hombre para volverlo a cargar, y entonces vio su rostro a la luz del día, realmente estaba pálido, pero aún así, era imposible negar que su rostro era atractivo.
- ¿Gin?
Este se sobresaltó
- ¿Qué?
- ¿Te ayudo a cargar con él? – preguntó Rangiku mirándolo a los ojos
- No hace fal… - sus palabras murieron al percatarse de la mirada clara y sincera de su amiga – si quieres…
Rangiku se agachó al lado de Gin y tomó al hombre por el brazo, pasándolo por sus hombros, Gin hizo lo mismo y ambos levantaron al hombre.
- Hum… vaya, es realmente guapo… - dijo Rangiku sonriendo socarronamente
- Si tu lo dices…  - dijo Gin
Ambos cargaron con el hombre por la colina, a veces, pasaban junto a ellos algunos carromatos y personas las cuales ni siquiera se paraban a ofrecerles ayuda
- Que amables es la gente… - dijo Rangiku con ironía
- ¿A que si? – preguntó Gin sonriendo – Desbordan tanta amabilidad que me conmueven.
Rangiku rió ante la ironía de su amigo y Gin no pudo evitar sonreír ligeramente. Así, poco a poco, consiguieron llegar hasta el poblado
- Deberíamos llevarlo a ver a la doctora Unohana… - dijo Gin
- Esta bien, vamos – dijo Rangiku
A medida que avanzaban hacia la casa de la doctora de la aldea, los aldeanos, al verlos, se los quedaban mirando estupefactos.
- ¡Rangiku!
La chica paró en seco y frente a ella vio a una chica más bajita y más joven que corría hacía ellos acompañada de un chico todavía más bajito y con un característico pelo blanco.
- Hinamori… Hitsugaya…
- ¿Qué estáis haciendo? – preguntó Hinamori al llegar hasta ellos - ¿Quién es este hombre?
- No lo sabemos, Gin se lo ha encontrado en el bosque… - respondió Rangiku
Al pronunciar el nombre de Gin, Hinamori lo miró. Por raro que le pareciera, Hinamori era la única persona aparte de Rangiku que miraba a Gin a los ojos y sin ningún tipo de rechazo, seguramente era por que su amigo Histugaya también tenía el pelo blanco.
- Tsk – dijo Histugaya cruzándose de brazos - vaya vacío nos están haciendo…
- Es cierto… - dijo Hinamori con una nota de tristeza en su voz, luego sacudió la cabeza y preguntó - ¿Vais a llevar a este hombre a ver a la doctora Unohana?
- Si, a eso vamos – respondió Gin
- Os acompañamos – dijo Hinamori sonriendo amablemente
- Ya te estas metiendo donde no te llaman Momo "Mojacamas" – replicó Hitsugaya
- ¡No me llames así Shiro-chan!
- ¡Ni tú me llames así! Soy Hitsugaya
Gin suspiró
- Anda, llevemos a este hombre a la doctora… y dejemos a estos niños aquí…
- ¡No somos niños! – dijeron Hinamori y Hitsugaya al mismo tiempo
Esa discusión siguió por parte de los dos más jóvenes hasta llegar a la pequeña cabaña de madera y piel de la doctora Unohana. Al llegar, esta los recibió amablemente, y los hizo pasar para poder examinar al desconocido, lo tumbó en una de sus camas e hizo que todos esperaran fuera.
- Bah, eres una estupida Momo – dijo Hitsugaya acercándose a la ventana, inmediatamente después de haberlo echo, dos ayudantes de la doctora Unohana que se hallaban cerca, se alejaron del pequeño.
- No lo soy… - replicó Hinamori frunciendo el entrecejo.
Gin observó lo ocurrido y luego se quedó mirando al pequeño de  pelo blanco que era igual que él.
- ¿Cuál tienes pequeñín? – preguntó con una sonrisa
- No soy pequeñín – replicó Hitsugaya molesto cruzándose de brazos, luego miró por la ventana y tras unos minutos de silencio, respondió – el de hielo.
- Hum… - dijo Gin sonriendo todavía – nos parecemos, los dos somos fríos y estamos formados por agua
- ¿Que eres? – preguntó Hitsugaya con la mirada perdida en el cielo
- Nieve
Tanto Rangiku como Hinamori se miraban con la tristeza en el rostro, estaban los cuatro solos en la pequeña habitación contigua a la que la doctora Unohana trataba a sus pacientes y antes estaba llena de ayudantes y alumnos de la doctora.
Unos minutos después, la doctora Unohana salió de la pequeña habitación.
- ¿Cómo se encuentra? – preguntó Hinamori levantándose y yendo hacia la mujer
- Sigue inconsciente, pero parece estable, esta cerca del fuego y pronto despertará, entonces podremos saber que es lo que le ocurrió. ¿Dónde lo encontrasteis? Por como esta, parece haber pasado varios días sin comer…
- En el bosque – respondió Gin – en lo más profundo del bosque…
- Entiendo… ¿lo encontraste tu Ichimaru?
- Si
Unohana sonrió cálidamente
- Os avisaré cuando el hombre despierte – luego miró alrededor - ¿No hay ninguno de mis ayudantes?
- No nos quieren tener cerca – respondió Hitsugaya todavía mirando por la ventana.
- Entiendo… - contestó la doctora con tristeza, luego se reverenció – lamento el comportamiento de mis ayudantes.
- No pasa nada – contestó Gin sonriendo – Estamos acostumbrados ¿Verdad Hitsugaya?
- Déjame en paz – respondió el jovencito de manera seca
Gin ensanchó su sonrisa  y Unohana les pidió ayuda a Hinamori y Rangiku para preparar ciertas medicinas dejando a los dos chicos fuera.
- Y al final estamos como debemos estar – dijo Gin con una sonrisa burlona – solos ¿Verdad Toshiro? – preguntó con voz melosa
- Cierra la boca Ichimaru
- ¿Te moleste? Oh… lo siento mucho… pero... ¿Acaso te desagrada ser como eres?
- Tu eres igual a mi y yo igual a ti y si, me desagrada ser lo que soy – respondió el niño con voz tajante y dura - ¿Acaso tu lo disfrutas?
- Oh… en cierta manera – respondió pensando en el abrigo del bosque y sus amigos los zorros
- Estas loco – respondió Hitsugaya con desdén.
- Hum…. Déjame adivinar… ¿Odias ser lo que eres por que no puedes estar al lado de Hinamori-chan como tu quieres? ¿Por que no puedes protegerla como te gustaría? ¿Por qué sabes que nadie la querrá si esta contigo?
- No sigas Ichimaru… - respondió Hitsugaya con la mandíbula apretada.
- Pobrecito…
El mayor se levantó y caminó hacia donde se encontraba el pequeño.
- ¿Acaso disfrutas de mi sufrimiento? – preguntó Hitsugaya duramente
- Y del mío propio también
- ¿Así que estas igual que yo? – preguntó Hitsugaya con media sonrisa de suficiencia
- Oh lo siento… yo no estoy enamorado de nadie… - contestó Gin sonriendo burlonamente
Hitsugaya se sonrojó violentamente
- ¿Q-que? yo no estoy…
- ¡Chicos! – cortaron las dos jóvenes sonrientes – el desconocido ha despertado
Se me fue la olla un poco y salio esto.... espero k no me mateis.... es solo una prueba, si no gusta lo borro....
Aunk en la foto Gin salga con orejas y cola, en el fic no las tiene.....
© 2012 - 2024 SylversJusace
Comments4
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In
Miyuki-Tsukiyono's avatar
te pordeno que lo termines!! *la sigue sacudiendo violentamente* y cada que lo recuerde te lo recordare O______ó
xDDDDDDDDDDDDDD